La ética y la excelencia en la práctica empresarial deben ir de la mano, pues el comportamiento ético permite llevar adelante gestiones excelentes. Viéndolo desde la perspectiva negativa, nunca podrán existir empresas excelentes si hay corrupción e ineficiencia en los procesos debido a la mala utilización de los recursos, desperdicio, abusos de autoridad, oposición al diálogo por lo que para alcanzar la excelencia hay que volver la mirada hacia el interior de la propia empresa y apoyar conductas que contribuyan a la sana convivencia, al trabajo en equipo, a alcanzar y superar los objetivos organizacionales ya que entrelazando todos estos aspectos, la ética fundamentará la racionalidad de los procesos.
La calidad en las empresas es un aspecto vital de la excelencia. Todas las funciones que una empresa lleve a cabo deben enmarcarse según su filosofía, en la que cada parte tiene el compromiso de llevar adelante sus operaciones de manera óptima, orientada según las prioridades que cada empresa defina. La calidad progresará en la medida en que mejoren los comportamientos éticos en la organización.
La ética y la excelencia empresarial se vinculan porque cada una justifica a la otra. La ética es prioritaria en cualquier gestión no sólo como estrategia para alcanzar rentabilidad y ser más competitivo(a), sino como un compromiso tangible entre las organizaciones y los valores en los cuales descansan. La ética se convierte así en una ventaja competitiva que permite volver más eficientes los procesos organizacionales por lo que la competitividad debe estar sustentada en valores, sin ellos esto sería un espejismo y tal competitividad estaría enmarcada tan sólo en el corto plazo. La carencia de ética ocasiona ineficiencia y desperdicio, al igual que la carencia de calidad.
La calidad en las empresas es un aspecto vital de la excelencia. Todas las funciones que una empresa lleve a cabo deben enmarcarse según su filosofía, en la que cada parte tiene el compromiso de llevar adelante sus operaciones de manera óptima, orientada según las prioridades que cada empresa defina. La calidad progresará en la medida en que mejoren los comportamientos éticos en la organización.
La ética y la excelencia empresarial se vinculan porque cada una justifica a la otra. La ética es prioritaria en cualquier gestión no sólo como estrategia para alcanzar rentabilidad y ser más competitivo(a), sino como un compromiso tangible entre las organizaciones y los valores en los cuales descansan. La ética se convierte así en una ventaja competitiva que permite volver más eficientes los procesos organizacionales por lo que la competitividad debe estar sustentada en valores, sin ellos esto sería un espejismo y tal competitividad estaría enmarcada tan sólo en el corto plazo. La carencia de ética ocasiona ineficiencia y desperdicio, al igual que la carencia de calidad.
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