Ezcurra (2003) aborda en este apartado la pérdida de biodiversidad, asociada a los problemas del medio ambiente y de la pobreza. Desde la llegada de la especie humana al continente americano hace unos 15 ó 20 mil años, hay evidencias de que la sobreexplotación de los recursos naturales ha provocado importantes procesos de extinción biológica, pues la desaparición masiva de especies de grandes mamíferos coincide con la llegada del Homo sapiens a América.
La diversidad biológica es la variación de los organismos, que se manifiesta como
diferencias morfológicas, fisiológicas y etológicas, formas de vida y desarrollo, demografía e historias de vida. En el contexto biogeográfico, la biodiversidad se expresa en la heterogeneidad de regiones bióticas y ecosistemas.
La mayor parte de los países de América latina se han adherido al Convenio sobre Diversidad Biológica (CDB), sin embargo los países megadiversos, o “proveedores” de biodiversidad, han encontrado en el Convenio pocos elementos para proteger internacionalmente la colecta legal de material genético, y proteger el conocimiento tradicional de sus poblaciones rurales contra el hecho de patentar sus formas de uso, secuencias génicas o productos naturales en el sistema internacional de propiedad
intelectual y de patentes industriales.
La diversidad genética ha sido un elemento crucial en la domesticación de plantas y animales, y forma la base fundamental que ha permitido el desarrollo de la agricultura
moderna. Es también el elemento que mantiene a las poblaciones silvestres, que son la fuente de variación que permite a las especies adaptarse a cambios en el ambiente.
La biodiversidad depende no sólo de la riqueza de especies sino también de la
abundancia relativa de ellas: cuando unas pocas especies dominan sobre las demás, la diversidad disminuye. Son las especies poco abundantes (“raras”) las que resultan más importantes desde el punto de vista de la conservación, ya que el problema de la biodiversidad es, en buena medida, el problema de las especies raras, las más vulnerables a la extinción. Dentro de éstas se encuentran las endémicas, es decir, aquéllas que sólo prosperan en una determinada (y frecuentemente pequeña) región geográfica. Desde el punto de vista de la biodiversidad, entender el problema de la rareza biológica y el endemismo es de fundamental importancia para comprender el problema de la vulnerabilidad de los diferentes países y las distintas regiones frente al cambio
ambiental global. Las regiones tropicales no sólo son más ricas en especies, sino que concentran un alto grado de endemismo, y por lo tanto una mayor fragilidad ambiental que las regiones templadas. Tropical no sólo se refiere al trópico húmedo, sino también a otros ecosistemas tropicales de alta fragilidad, como las sabanas, los matorrales secos, los bosques de niebla, las lagunas costeras y los páramos de altura. Muchos de estos ecosistemas presentan una distribución muy estrecha y son particularmente vulnerables al cambio y las perturbaciones, tales como deforestación, sobrepastoreo y desertificación.
La agricultura moderna se basa en el cultivo de unas pocas variedades de alto
rendimiento, pero necesita de una inmensa reserva de semillas de diferente origen para la selección de nuevas variedades. La mayor parte de los cultivos comerciales tiene una vida útil de entre 6 y 15 años. Después de este período las plagas agrícolas se adaptan al cultivo y hacen necesaria su sustitución por una nueva variedad. Las áreas de agricultura indígena de Latinoamérica son una fuente muy importante de diversidad genética para futuros programas de mejoramiento. La mayor parte de los cultivos sobre los cuales descansa la alimentación de la humanidad tienen su origen en áreas que corresponden a países no desarrollados, con deficiencias alimentarias y nutricionales. México, y especialmente la región definida como Mesoamérica, es reconocido como uno de los centros de origen de la agricultura mundial. En la actualidad se conocen entre 5,000 y 7,000 especies de plantas mexicanas utilizadas como fuentes de alimentos, medicinas, fibras, materiales de construcción y otras materias primas. La tendencia a introducir variedades comerciales uniformes en las regiones indígenas de Latinoamérica implica el abandono de las variedades tradicionales y el riesgo de su extinción. Con la desaparición de los cultivos tradicionales está desapareciendo uno de los legados más grandes de la región a toda la humanidad. La crisis ecológica, junto con la crisis distributiva, presentan una fuerte interrogante sobre la forma como los recursos naturales son apropiados, repartidos y utilizados. Si Latinoamérica es la reserva planetaria más importante de biodiversidad, debe encontrarse una solución para utilizar los recursos naturales de la región sin afectar la biodiversidad y la capacidad productiva futura.
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