En la antigua Persia, los viajes se realizaban en grandes caravanas que llevaban tiendas completas para descansar a lo largo del trayecto, sin embargo en ciertos puntos de las rutas se construyeron alojamientos conocidos como khans, se trataba de estructuras sencillas de alojamiento, en donde se brindaba refugio, se utilizaban solamente para descansar y reabastecerse de agua y comida para después continuar el camino, pero servían para protegerse de los ladrones y de las tormentas de arena. (Lattin, 2009).
Posteriormente a los khans, y como una aportación de los persas aparecieron las postas, que eran como apartamentos acondicionados de tal manera que podrían ser dignos de un rey, éstas se encontraban a 25 millas de distancia una de la otra (aproximadamente a un día de distancia a caballo), allí se otorgaban caballos nuevos a los portadores de correos que llevaban mensajes por todo el territorio. Según estimación de Marco Polo había 10,000 postas cuando realizó su viaje al Lejano Oriente (Gray, 2006).
Un hecho relevante que marcó el destino de los viajes fue la aparición de la moneda hacia el siglo VI a. de C. (Lattin, 2009) ya que impulsó el comercio y en consecuencia, la posibilidad de realizar un número mayor de viajes (Ramos, 2006).
Otro suceso es el que menciona Francisco de la Torre (2007), y en donde hace la mención que el Imperio Romano fue la antesala a la actividad turística, hecho que trajo como consecuencia la necesidad de construir caminos para que los hombres transitaran libremente. El más importante de ellos fue el camino que construyó el emperador romano Apio Claudio, conocida como la Vía Apia y que fue una de las más importantes calzadas de la antigua Roma, que unía Roma con Brindisi, el puerto comercial más importante con el Mediterráneo Oriental y Oriente Medio. La vía Apia se convirtió en el símbolo, trayendo consigo estabilidad, paz y libertad a la gente de Italia.
El Imperio Romano se fue extendiendo por toda Europa, y ya en el año 117 d.C. las carreteras llegaban a una extensión de 80,000 kilómetros, en las cuales se instalaron lugares destinados al alojamiento de los viajeros (posadas), que sin lujos ofrecían un techo y camas con heno, y en algunos casos alimentos y bebidas (Di Muro, 2012).
Durante la Edad media, los monasterios se encargaban de dar alojamiento a los viajeros quienes hacían aportaciones de manera voluntaria para su mantenimiento, sin embargo al finalizar la Edad Media volvieron a aparecer los "mesones" y "ventas", que ofrecían servicios de alimentos y bebidas con fines lucrativos. Es en Inglaterra en el año de 1539 cuando los monasterios definitivamente dejan de proporcionar este servicio y surgen los inns (casas especiales de huéspedes) lugares que contaban con los mejores servicios de
alojamiento hasta 1820 que empezaron a decaer. (Di Muro, 2012)
En el siglo XVII mejoran los caminos, surge la diligencia y por consiguiente se crean las carreteras públicas y con ellas incrementan los viajes y la demanda de alojamiento.
En el siglo XVIII surge la Revolución Industrial en Inglaterra, cuyo impacto fue
determinante en el desarrollo de la actividad turística, debido a la aparición de los
primeros barcos de vapor que agilizaron los viajes transoceánicos; la aparición del automóvil y el ferrocarril, que facilitaron los traslados por tierra. Es en ésta época cuando mejoraron los servicios de los establecimientos de hospedaje. (Ramírez, 2006)
Este movimiento provocó un cambio en las condiciones laborales, obteniéndose
importantes logros en cuanto a los derechos de los trabajadores, reduciendo las jornadas de trabajo, otorgándoles un periodo vacacional y dándoles por lo tanto la oportunidad de viajar.
También cabe destacar que en esta misma época surgieron grandes ideas que
impulsaron el desarrollo del sector turístico, como es el caso de los viajes organizados por Thomas Cook quien dejó un gran legado para las Agencias de viajes.
En el contexto Europeo a finales del siglo XVIII, hubo otro acontecimiento que propició un desplazamiento masivo de jóvenes llamado el Gran Tour, que en esencia eran viajes con fines académicos por todo Europa con el objetivo de completar su formación y reforzar los contactos sociales y su prestigio ante la sociedad (Ascanio, 2012).
A finales del siglo XIX aparece César Ritz y con él la hotelería moderna, siendo promotor de un servicio altamente personalizado. Ritz a los 28 años ya era gerente del Gran Hotel Nacional de Lucerna (Suiza), con la colaboración de Auguste Escoffier (el mejor jefe de cocina de esa época), inauguró en 1898 el primer restaurante dentro de un hotel, llegó a dirigir simultáneamente una docena hoteles, siendo estas empresas sinónimo de lujo, entre los que se encontraron el Savoy y el Colaridge. (Di Muro, 2012).
En España, los establecimientos de hospedaje españoles estaban divididos en: posadas, fondas, paradores, mesones, ventas y ventorrillos, cuya diferencia radicaba en la localización del lugar, los que estaban en el interior del pueblo o en las entradas eran posadas y fondas; y los que se localizaban a la orilla de los caminos o en despoblado ventas y ventorrillos, sin embargo la calidad de los servicios dejaba mucho que desear.
España demostró una gran apatía para invertir en este sector, especialmente la iniciativa privada, solamente el gobierno construyó paradores y albergues, ésta es una de las razones por las que se tomó más tiempo el desarrollo de los grandes hoteles, y no fue sino hasta después de la Segunda Guerra Mundial que se produce el boom turístico de la región.
lol que precioso cual carita de oso y a la vez nada cochambroso
ResponderEliminaryolo yolo yolo yolo
ResponderEliminarnecesito saber donde lo sacaste ,de que libro
ResponderEliminarEspacio*
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